Ghadi (2013) - Amin Dora
En general, el público antepone el fondo a la forma. El guion es el ojito derecho de la audiencia, de ahí el actual éxito arrollador de la ficción televisiva, descaradamente volcada en el desarrollo de la historia y usando la puesta en escena como herramienta artesana, nunca como expresión artística. El relato parece condición imprescindible y muchas veces suficiente para el aprobado de la obra, y más si sus ideales subtextuales son irreprochables. Es el caso de Ghadi (2013), un pastelito de didactismo y buenas intenciones. Poco importa su historia maniquea, sus superficiales personajes, su intento fallido de fábula o su anodina realización; con su noble propósito, queda hasta feo criticarla. Sólo así se explica que una película libanesa haya llegado a la cartelera.
No te la puedes perder si:
-Quieres fardar de haber visto una película libanesa.
-No has desayunado y necesitas un buen chute de energía.
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