Por qué Del Revés NO merecía el Oscar

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Reflexiones de la disidencia



Para no quedar reducido a hater, comparto previamente el enlace a esta pequeña crítica en la que valoro positivamente Del Revés. Con ello, espero que se pierda todo prejuicio acerca de esta entrada.


Alegría es un amor, sí. A Tristeza dan ganas de achucharla, también. La película es divertidísima, innegable. Sin embargo, al analizar de dónde parten estas sensaciones, estas se mantienen pero la impresión cambia. Y es que Del Revés es una película que está fundamentada en el guión, con todo lo que ello conlleva. 

"Está loco
"¿En qué va a estar fundamentada si no?
"¡El guión es la parte más importante de toda película!
"Yo voy al cine a que me cuenten historias"

Se ve que tenemos criterios distintos. La esencia del cine, lo que lo diferencia del resto de artes, es su capacidad para narrar en imágenes (junto con la captura del tiempo; es un arte que se desarrolla en el tiempo). Tener un buen guion puede ser un signo a favor, incluso maravilloso, pero no lo considero imprescindible. En cambio, el desarrollo de un lenguaje cinematográfico coherente y certero es lo único que me eleva al nirvana cinéfilo. Pensar en Mad Max: furia en la carretera es suficiente para entender a lo que me refiero. Por cierto, esta es otra película que no ha ganado, a pesar de su aplastante superioridad con respecto a sus rivales.



Aplicar esta manera de entender el análisis cinematográfico a Del Revés lleva consigo un fruncimiento de ceño. Basada en un guión demasiado temeroso de arriesgar, su aparente innovación visual no es sino un convencionalismo animado con tremendo talento. Cuando el subconsciente se reduce a términos explicables, se pierde toda la potencia de la historia.

"Es una película que una niña pequeña tiene que poder entender"

Ese argumento es tan inválido como el de que una película tiene que contar una historia. Que sea lo habitual no significa que tenga que hacerlo. No me parece mal esta decisión, pero acarrea una serie de consecuencias en el plano cinematográfico que hay que asumir.



La situación se agrava al analizar a sus competidoras. En un año especialmente agraciado en el mundo de la animación, tres de sus rivales despliegan el enfoque opuesto al de Del Revés:


Anomalisa:



Apabullante animación stop motion que hace de la melancolía su marcapasos vital. Bella, certera, implacable, a todo su armazón formal se le suma un guion aparentemente sencillo pero poderoso en su capacidad para saltarse los convencionalismos narrativos.



El niño y el mundo:



El ejemplo perfecto para representar lo anteriormente explicado. Reduciendo a migajas la historia, esta película brasileña expande las posibilidades formales y usa las ventajas asociadas al medio de la animación para alcanzar sus objetivos. Puro cine, pura animación.



La oveja Shaun:



Es una película protagonizada por una oveja; no hace falta decir nada más. Pero lo haré. Similar a la anterior, en este caso tampoco hay diálogos, por lo que la narración sólo puede ser visual. El de animación es el actualmente más cercano al cine cómico mudo, ese que se fundamentaba en el gag visual para provocar carcajadas sin mediar palabra.


La cuarta competidora, El recuerdo de Marnie, me ha gustado algo menos que Del Revés, al no terminar de explotar sus recursos y apoyarse en una historia tantas veces contada y de forma muy similar.

No había duda y así ha ocurrido: Del Revés ha ganado el Oscar a la mejor película de animación. Es precisamente esa aplastante ventaja la que ha provocado esta necesidad por mostrar mi disconformidad. Debajo de estas letras está el cuadro de comentarios, para que me odies con amor.


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