Animación social

En un alarde inicial de virtuosismo narrativo,
la película muestra, sin necesidad de diálogo, el amablemente caótico mundo
subterráneo de los Boxtrolls, de ligerísima reminiscencia Delicatessen (1991) -sierra musical incluida. Los
directores, Graham Annable y Anthony Stacchi, toman prestada la mejor
secuencia de otra película de animación, Up (2009), para
cimentar la relación entre los dos protagonistas a lo largo del tiempo,
valiéndose de unas pocas imágenes simbólicas cargadas de ternura y diversión.
De su compañera de género, La novia cadáver (2005),
es el contraste entre el vivaz subsuelo y la gris superficie, que, aunque igual
de relevante, resulta menos patente. Y, como toda creación stop motion, ésta debe
pagar el ineludible peaje comparativo del tótem Pesadilla
antes de Navidad (1993), cuya mastodóntica sombra no
empequeñece el valiente contenido de ésta.
Si bien la película de Henry Selick funcionaba
como un elegante artilugio gótico, creando iconos que han pasado a la Historia
reciente del cine, sin embargo escondía una esencia más oscura que su propia
estética. En ella también se plantea un contraste entre dos mundos, pero que
funciona como reaccionaria defensa capitalista frente al enemigo comunista, en
la que se acaba por hacer apología del inmovilismo frente al orden establecido.
Nada más lejos de lo planteado en el universo boxtrolliano, en el
que los más desfavorecidos rompen con la separación de clases y no se conforman
con aceptar las migajas (en aquel caso, copos de nieve; en éste, chatarra) de una sociedad no
sólo injusta, sino autodestructiva.
Todo ello, sin perder de vista a quién va
principalmente dirigida, por lo que siembra la narración de acción trepidante y
altas dosis de humor, que harán las delicias de los más pequeños. Aunque en su
tramo final pierde parte de esa garra, y su desenlace, algo convencional, no
termina de cuajar, su virtuosismo artístico abre bocas y enmudece voces. Su
impecable poderío visual conjuga la cercanía y calidez del stop motion con un
acabado técnico habitualmente reservado a la animación por ordenador, lo
que le aporta un valor especial a una técnica tan artesanal como personal, cuyo
titánico esfuerzo se ve reconocido en un juguetón guiño metacinematográfico final.
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