Tras un mes de ausencia, retomo el blog con esta crítica,
que el jurado de Guía del Ocio ha considerado que merecía llegar a la final de
su concurso anual de crítica cinematográfica. No me siento especialmente orgulloso de ella, pero uno siempre agradece este tipo de noticias. Ahí va:

La adaptación del Best Seller de Joyce Maynard
ya comienza con mal pie, haciendo uso de una voz en off absolutamente
prescindible, presente a lo largo de todo el metraje, que sólo sirve para
sobresaturar una narración, de por sí carente de sutileza, donde forma y fondo,
tan evidentes como previsibles, dibujan un cuadro a brochazos, decorando el
espantoso lienzo unos torpes diálogos, cuyo nivel de explicitud alcanza niveles
tales, que llegan a convertir el subtexto en texto por momentos.
La inexistente lógica interna de esta
historia la colapsa e impide que se desarrolle adecuadamente, provocando
constantes e incoherentes conductas en los personajes protagonistas, siendo
inevitable que acaben traicionándose a sí mismos. Todo ello, gracias al único
objetivo real de la película, que no es otro que provocar la lágrima fácil del
espectador, ya sea a través de conflictos emocionales de supuesto gran calado,
o mediante un flagrante uso de los flashbacks, insertados abrupta y oportunistamente
para obtener su rastrero cometido, sin disimular siquiera la omisión de
información en cada uno de ellos para manipular de manera lamentable las
emociones del público a cada momento, que acaba ahogado entre tanto exceso
dramático innecesario.
Ante este panorama, los actores tratan dar
la cara por todos los medios, y, a pesar realizar un trabajo destacable
(especial mención merece Kate Winslet, con un potente lenguaje corporal), este
empalagoso melodrama pasa por encima de ellos y acaba con sus esperanzas. Pero,
¿qué puede esperar de un film en el que se le dedica más tiempo a la
elaboración de un pastel que a la planificación de una huida?
Nota: 3.
Nota: 3.
0 comentarios: